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Componentes de vehículos bajo la lupa

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El sector automotriz se enfrenta a un nuevo desafío debido a la implementación de un arancel del 25% sobre las autopartes importadas por Estados Unidos, afectando también el comercio con México y Canadá, aliados del T-MEC. Esta regulación, que comenzará a aplicarse el 3 de mayo, obliga a los fabricantes a rastrear el origen de cada componente utilizado en la fabricación de vehículos, añadiendo un nivel de complejidad nunca antes visto en las cadenas de suministro de la industria.

La industria automotriz enfrenta un nuevo obstáculo con la imposición de un arancel del 25% a las autopartes importadas por Estados Unidos, incluido el comercio con México y Canadá, socios del T-MEC. Esta medida, que entrará en vigor el 3 de mayo, exige a los fabricantes rastrear el origen de cada componente usado en la producción de vehículos, introduciendo un nivel de complejidad sin precedentes en las cadenas de suministro del sector.

Un motor de auto puede constar de 200 a 500 partes, como pistones, culatas e inyectores. Conforme a las nuevas regulaciones, cada una de estas partes necesitará un certificado que acredite el porcentaje de contenido de origen estadounidense. Este requisito abarca también al vehículo completo, que puede incluir entre 70,000 y 90,000 componentes, de acuerdo con su tecnología y equipamiento.

Un motor de automóvil puede estar compuesto por entre 200 y 500 piezas, como pistones, cabezas e inyectores. Según las nuevas normas, cada una de estas piezas deberá contar con un certificado que demuestre el porcentaje de contenido estadounidense. Este requisito se extiende al vehículo en su totalidad, que puede integrar entre 70,000 y 90,000 piezas, dependiendo de su tecnología y equipamiento.

Para los fabricantes, cumplir con esta normativa implica rastrear y documentar el origen de cada una de estas partes en un sistema de suministro que, en muchos casos, cruza la frontera hasta ocho veces antes de llegar a su destino final. Alberto Bustamante, experto del sector automotriz, señala que esto representa «un esfuerzo monumental», pues obliga a las empresas a identificar los materiales y procesos de cada proveedor en la cadena de producción.

México, que en 2024 se reafirmó como el principal proveedor de piezas automotrices para el mercado estadounidense con un 43.18% de las importaciones, será uno de los países más perjudicados. Las exportaciones de autopartes mexicanas hacia Estados Unidos llegan a sumar cerca de 100,000 millones de dólares al año, con la mayor parte destinada a plantas de ensamblaje de autos. Canadá, con una cuota del 9.59%, también se verá afectado, mientras que otros suministradores clave como China (7.95%), Japón (7.46%) y Corea del Sur (4.77%) enfrentarán desafíos similares.

Aunque México y Canadá tendrán la posibilidad de deducir el porcentaje de valor estadounidense de sus productos para mitigar el efecto del arancel, esto no les eximirá por completo de realizar el pago. Asimismo, el proceso de certificación resultará costoso y complejo, debido a la fragmentación de las cadenas de suministro y las diversas interpretaciones de lo que se considera «contenido estadounidense».

Aunque México y Canadá podrán deducir el porcentaje de valor estadounidense de sus productos para reducir el impacto del arancel, esto no exentará completamente el pago. Además, el proceso de certificación será costoso y complicado, debido a la fragmentación de las cadenas de suministro y las diferentes interpretaciones de lo que constituye «contenido estadounidense».

La adhesión a estas nuevas normas arancelarias implicará elevados costos administrativos para las empresas. Se necesitarán sistemas avanzados de trazabilidad que faciliten documentar el origen de cada componente en tiempo real. Esto conlleva la contratación de personal especializado para supervisar cada área de producción, desde motores hasta interiores y sistemas electrónicos, lo que incrementará notablemente los gastos operativos.

Además, estas acciones podrían fomentar la relocalización de proveedores dentro de Estados Unidos, en consonancia con la estrategia de reforzar la manufactura nacional. No obstante, la aplicación de estos sistemas también impactará la rentabilidad de las compañías mexicanas y canadienses, que dependen de Estados Unidos para el 86.8% y el 75% de sus exportaciones de piezas de autos, respectivamente.

Además, estas medidas podrían impulsar la relocalización de proveedores dentro de Estados Unidos, en línea con la estrategia de fortalecer la manufactura local. Sin embargo, la implementación de estos sistemas también afectará la rentabilidad de las empresas mexicanas y canadienses, que dependen de Estados Unidos para el 86.8% y el 75% de sus exportaciones de autopartes, respectivamente.

Incertidumbre en la política comercial

La falta de claridad sobre los mecanismos de verificación de contenido estadounidense añade un nivel de incertidumbre a la industria. La interpretación de términos como «transformación sustancial» puede variar, generando disputas comerciales y ajustes en las políticas arancelarias. Esta situación plantea una disyuntiva para los fabricantes: invertir en sistemas de trazabilidad para cumplir con los nuevos requisitos o explorar mercados alternativos fuera de Estados Unidos.

Las nuevas normativas arancelarias suponen un enorme reto para los productores de autopartes en México y Canadá, poniendo en riesgo la competitividad del sector y aumentando la presión sobre las cadenas de suministro a nivel mundial. Aunque estas medidas pretenden fortalecer la fabricación estadounidense, su aplicación podría provocar tensiones comerciales y afectar la integración económica en América del Norte.

Las nuevas reglas arancelarias representan un gran desafío para los fabricantes de autopartes en México y Canadá, poniendo en jaque la competitividad del sector y aumentando la presión sobre las cadenas de suministro globales. Aunque estas medidas buscan fortalecer la manufactura estadounidense, su implementación podría generar tensiones comerciales y afectar la integración económica en América del Norte.

La industria automotriz deberá adaptarse rápidamente para cumplir con los nuevos requisitos, enfrentando costos adicionales y posibles cambios en su modelo de negocio. Este nuevo panorama podría redefinir las relaciones comerciales en el sector y marcar un antes y un después en la forma en que se gestiona la producción y distribución de autopartes.

Por Otilia Adame Luevano

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